lunes, 25 de mayo de 2020

La boda de mi hermano








Mi hermano se fue a Australia el 4 de octubre de 2016. Ya van a ser cuatro años. Desde hace 1 y medio está viviendo en Tailandia, con su esposa. Se casó en ceremonia católica este 22 de mayo y lo acompañamos, dadas las circunstancias, por videollamada. Yo era un río de emociones. En la semana buscamos un espacio con mi hermana, mamá, sobrina y novio para escribirle unas palabras a Nelson y su esposa Kero. Si se supone que tengo un don o una facilidad con las palabras, era lo menos que podía ofrecerle en tiempos de distancia. Yo no sabía por dónde empezar. Normalmente al enfrentarme a un espacio en blanco me es fácil llenarlo, más o menos dignamente, sin mucho vacilar o dudar de mis capacidades. No es que la primera vez me salga perfecto, o que no borre, o que no me replantee mis palabras. Solo fluye, como ahora. Sin embargo, me costó conectarme con las palabras. No sé si fueron nervios, si fue duda de mi habilidad o simplemente estaba pasmada por toda esta situación pandémica y con emociones tan encontradas al pensar que la boda de mi hermano se diera bajo esta circunstancia. No sé. Agarré un bloc de notas y empecé a garabatear, a tratar de dar sentido a todas mis emociones, a tratar de plantearme -una vez más- una forma de dar afecto a través de lo virtual, de la escritura. Casi nunca escribo a mano. Creo que a partir de ahí también hubo un cambio. Llené varias hojas de pensamientos desconectados pero llenos de emoción y luego poco a poco les fui dando forma. Solo pensaba que no quería decir lo que todos dicen, desear lo que todos desean en una boda, repetir con plasticidad las palabras, las felicitaciones. Yo no creo en los rituales católicos, ni en el matrimonio, ni en la monogamia, quizá tampoco en la familia... pero, así, escéptica como soy, no puedo dejar de creer en el amor que se transforma, que transforma a quién ama y que persiste y con voluntad se construye para el cambio. Desde ahí comencé a pensar mis palabras: 

En este día especial y todos los días que sorprenden y abren nuestros párpados dormidos, les deseo felicidad. Que cada día renueve sus miradas y les muestre un porvenir próspero y hermoso juntos. En este especial día y todos los que llegan a sus manos a la espera de transformación, deseo que puedan moldear y esculpir aquello que más anhelan. En este día y cada uno de los que vendrán, los abrazo, los felicito y espero, con estas palabras, extenderles a kilómetros, la dicha que siento al saber que están unidos, que comparten la aventura de amarse y que juntos construyen algo hermoso e increíble.
Les deseo paz, sosiego y sabiduría. Plenitud. 

Yo sólo sé hacer esto, expresarme de esta manera. Lanzo, extiendo, alargo una palabra con la esperanza de que el otro la agarre, la sujete, la sienta y se deje acompañar. Con la esperanza de que la combinación le haga sentir algo, vibrar. Eso intenté. Mi hermano es de pocas palabras. Aún no nos dice qué le pareció lo que leyó. Tampoco lo creo necesario. La ternura de las palabras no está en su aceptación o en una respuesta que las valide. Yo solo quise tocar su corazón y si lo logré, solo él lo sabrá. 
También tuve que traducir las palabras de mi familia y las mías al inglés, pues Kero no habla español. La traducción la hice pensando en lo sonoro de las palabras, tratando de que su ritmo al leer en voz alta fuera poético, intenso. Como siempre fue un reto.

Yo solo quería pasar a escribir sobre la boda de mi hermano, sobre la dicha que es saber en la distancia que alguien le ama y le acompaña. Y a saludar a quienes me leen, a pesar de mi inconstancia.
Buenos días y semanas. Espero poder tener el ánimo de escribirles más seguido.