martes, 23 de junio de 2020

¿Qué hubo?



¿Ustedes cómo inician una conversación cuando han estado perdidos por mucho tiempo?
Yo no sé cómo iniciarla con ustedes que me leen porque no he estado perdida por ninguna razón en particular. Bueno, mi tesis, pero llevo una semana descansando de ella también. Aunque... no hay que tener una razón para perderse, ¿o sí? Creo que no me estaba fluyendo la escritura por aquí y decidí parar un poco. Aún así he visto personas pendientes del blog, incluso en esta temporada sin entradas recientes 🙀💕, hay semanas y días con muchas vistas y mucho movimiento por aquí: no puedo creerlo. ¡También nuevas personas de nuevos países!

Por eso, siempre gracias.

¿Qué más? ¿Qué han hecho? ¿Cómo han estado? Yo, aparte de mi tesis, he estado haciendo ejercicio en casa, recuperándome de una tendinitis (ah, bueno, creo que por eso también me perdí, estuve sin ánimo y con mucho dolor), acompañando a mi gato Lucky en la recuperación de una cirugía y... conociéndome más a mí misma. Ustedes ya saben que yo aquí no vendo optimismo barato, la verdad esta situación pandémica ha sido una mierda para muchos, pero si algo me ha permitido -además de enfocarme más en mi tesis- es conocer facetas de mí que no conocía.
Empecé a fumar 🙀, he estado bebiendo más 🙀, he cocinado postres deliciosos 🙀, me he cortado el cabello yo misma ✂-con ayuda de tutoriales- y he descubierto que soy muy feliz dando detalles virtuales o a domicilio a personas que me importan, para hacerles sentir bien y sorprenderles 💖💕 -aún si yo me estoy hundiendo en depresión-. Esto último, en especial, me ha hecho sentir útil. Hacer sentir a otros bien es hermoso, entender que los detalles no solo se hacen con dinero sino con atención, mensajes, disponibilidad para charlar, para escuchar y hacer reír. También he encontrado una faceta de escucha que no había tenido antes. Muchas personas, desconocidas, medio conocidas, amigos y ex amantes me han buscado para confiarme sus emociones y sensaciones, he recibido cantidad de llamadas de auxilio, de ayuda y de: ¡necesito que me escuches o aconsejes! Yo que siempre tengo mi vida despiloteada, caótica... ahora escucho más y doy consejos sabios que no aplico, obvio. Hace poco rescaté a un gato y ayudé a encontrar a sus dueños, vinieron a recogerlo en la madrugada, angustiados y cuando se reencontraron con su gatito desapareció su angustia: fue bello. Creo que me muy hace feliz dar alivio a los demás.

Ayer estuve en una sesión fotográfica después de mucho, con mi gato ya recuperado y con una de mis prendas favoritas, alardeando mis pines que no han vuelto a asomarse por cafés, bares o eventos públicos y... creo que eso es todo lo que ha pasado por aquí.
¿Ustedes qué han hecho? ¿Qué han aprendido (además de que nuestros políticos corruptos han condenado a toda latinoamérica al atraso y a la imposibilidad de dignificar y respetar la vida por encima de todo ante una situación límite como esta pandemia, incapaces de garantizar lo básico para la población y sin la más mínima intención de hacerlo realmente)?

Nos leemos después, buen día, buena tarde, buena noches, buenas semanas, mucha resistencia y mucho apoyo mutuo.✨



lunes, 8 de junio de 2020

Las piernas


Hace mucho que no escribo y no me disculparé. Creo que lo que más me ha dolido en esta cuarentena, además de la indignación y la empatía, han sido mis piernas. Volvió mi tendinitis, vieja amiga, y los cólicos se han manifestado más en un dolor de huesos insoportable que viaja a lo largo de ellas. También me duelen simbólicamente por no posarlas en otras piernas, extrañas, fugaces; en otras paredes; en otros hombros. Por no sacarlas a pasear a bares y cafés, a dar vueltas, a caminar a la Luis Ángel Arango, a caminar  por el barrio, a montar bici, a patinar. Desde pequeña fui patinadora competitiva y, más tarde, bailarina, siempre la conexión con mis piernas y pies ha sido especial: preferiría mil veces vivir sin manos que sin una pierna.

Me duelen simbólicamente. Me duelen de veras.

Los últimos días me he reconciliado con el silencio: no hablo, no llamo, tampoco les escribo por aquí. Últimamente, también, asoleo mis piernas en silencio, creyendo que les falta vitamina D o simplemente el roce de algo caliente, de algo natural, de algo que no sea concreto o ladrillo. Ahí estoy yo, toda piernas, toda extremidades inferiores, dejando que el sol me acaricie, me tueste, me escoza las heridas antiguas y las nuevas que va dejando esta pandemia. Volví a usar mi venda, volví a bailar necesitando de su soporte y hoy, por fin, después de tanto silencio, volví a escribirles a ustedes.
Ojalá pronto, pronto, este par de piernas puedan llevarme a leerles, a conocernos. Sigo trabajando en mi proyecto de grado y cada vez muta y cambia más, más que el coronavirus, creo yo. Ojalá y este blog o mis palabras, o mis fotos, o mis redes, les sirvan de venda, de apoyo, así sea fugaz, para esta situación adversa. Siempre estoy si quieren hablar. Estar en silencio me ha ayudado a escuchar mejor. Cuéntenme: ¿a ustedes qué parte de su cuerpo les ha dolido por estos días?

Un beso piernil.