domingo, 28 de julio de 2019

Hundirse con estilo




Me gusta grabarme.
El canto me ha apasionado desde muy pequeña y siempre he estado en diferentes grupos musicales. Tan solo ahora, en esta parte de mi vida, ha estado más o menos abandonado. Hace mucho que no voy a clases de técnica vocal. Mis ensayos se reducen a las canciones que puedo recordar mientras lavo la loza o hago tareas cotidianísimas, y, contrario al cliché, no suelo hacerlo en la ducha. Tengo miedo de que el talento nato no baste y no desarrolle el potencial que hay en mi voz... Pronto comenzaré clases de nuevo y espero pulir todo lo que me falta.
Hace tiempo, en mis años mozos, pertenecí a una orquesta de salsa: era corista. Mis tardes las pasaba entre instrumentos y notas, coreografiando, afinando; preparando el show. Pasé mis mejores años en esos ensayos. Llegaba tarde a casa feliz de estar haciendo lo que me gustaba y, además, con el plus de evadir la situación tensa que se vivía en mi familia. Y es que eso significa para mí la música: evasión, refugio. Distracción.
En cada situación adversa, en cada época triste, la  música ha sido un aliciente, una forma de ver que si la vida es una mierda -o más bien, si el guionista de mi vida apesta- al menos puede tener una buenísima banda sonora y una playlist para hundirse con estilo.

Les dejo un video tímido de una canción que me obsesionó cuando estuve muy muy enferma, recién el aborto y los conflictos que la decisión desembocó. Corto pero como muestra -y en parte prueba técnica con blogger- de que este blog puede ser transmedia y esas cosas de moda. (Risas)


jueves, 25 de julio de 2019

Adoración/obsesión: SU


Escribo esta entrada mientras juego con mi gato -porque sí, adopté uno hace dos días- y, resistiéndome a hablar sobre la llegada de Lucky, hoy hablaré sobre Steven Universe, aprovechando el tema coyuntural: el anuncio de estreno de su película.
A ver, vamos por partes. Mi gato ahora está en la arenera y puedo escribir con mayor fluidez. Steven Universe, para los que ignoran tal obra de arte, es un programa de tv, de dibujitos animados, creado por Rebecca Sugar y transmitido en Cartoon Network. Digo que es una obra de arte porque lo amerita. No es por exagerar. La historia, las temáticas que aborda (orfandad, amistad, resiliencia, bondad, no-violencia, respeto a la diferencia -queer-, entre muchísimos otros), la gama tonal que maneja -es una delicia visual-, la caracterización maestra de personajes y la lista continúa... podría continuar toda la noche.
Mi gato volvió y debo apresurar la entrada. Cuando estudié Artes Plásticas en la Academia de Artes Guerrero -además de ver Historia del arte y vivir feliz en una academia que hacía un elogio al color turquesa- vi clases de dibujo y acuarela. Fue una época solitaria y tenía muchos problemas de dinero, pero invertí lo poco que tenía en mis pinceles, mi libro de dibujo y mis lápices. La primera sesión de dibujo extensa fue de Steven y León, porque amé y me obsesioné con el encuentro con la serie, porque pude ver hacia dentro con cada episodio y además encontré un tema de charla con muchos de los niños que iban a la biblioteca (¡no podían creer que un adulto lo viera!). Lo bello de SU es precisamente eso: extiende un lazo con las emociones de quien lo ve, no es un programa infantil, y lo infantil no es inmaduro ni carece de profundidad, no debe ser subestimado porque es poderosísimo, pero ese es otro tema. No soy una gran artista con el lápiz pero me enorgulleció dejar bien plantados a mis personajes favoritos. Más tarde, cuando tuve algo más de dinero, compré la figura coleccionable de león por amazon y hasta hoy es de mis mejores adquisiciones.
Para cerrar, -mi gato está a punto de dormirse- pronto iré a ver la película con mi amor que, aunque no comparte gran afición por Steven y las gemas, ha sabido entender lo que significa para mi vida mientras observa mi faceta tierna y analítica desde el otro lado de la cama. Además de sorprenderse por el gran parecido que hay entre Connie y yo.
Dejo dos imágenes ilustrativas que no son de mi autoría: un gif de Connie para corroborar el supuesto parecido y una foto del episodio en que Steven adopta un gatito -la segunda como anticipo a la entrada del domingo-.


Linda noche. Miau.

domingo, 21 de julio de 2019

Independencia// Volumen 2: 'El hogar'



Hoy me siento a escribir de nuevo. A recordar y a sorprenderme de cómo ha pasado el tiempo desde que me independicé. Bueno, hay que comenzar por un dato: mi mamá y yo siempre hemos sido opuestas. No nos soportamos por mucho tiempo y nos la llevamos mejor cuando estamos lejos o cuando nos acercamos solo por el tiempo preciso. Bueno, desde mi adolescencia e incluso antes hubo roces. Pequeñas y grandes discusiones que hacían la convivencia muy muy tensa y que hacían mi pubertad aún más difícil: sin padre y con una madre con quién no lograba entenderme. Era raro. Mi mamá era muy laxa en muchas cosas: hablaba de sexo tranquilamente, me acompañó a perforarme por primera vez (en la ceja) y me dejaba salir hasta muy tarde en la noche y/o quedarme en casa de amigos; sin embargo, no podíamos encajar. Ella hacía esfuerzos, yo hacía los míos... En fin. No funcionó. Por eso no fue sorpresa cuando me independicé a los 16. Recién salía del colegio cuando un golpe de suerte -un privilegio del que a veces me siento culpable- me dió el dinero suficiente para comprar mi propio apartamento -se lo debo enteramente a mi papá, quién nunca dejó de cuidarme, aún después de fallecer- y ahí empezó todo.
No parecía tan difícil. No debía pagar arriendo, mi universidad estaba paga y cubierta por la pensión que me dejó mi papá al morir y yo podía buscar la manera de mantenerme vendiendo cosas por catálogo, sánduches o cigarrillos en la universidad y, bueno, palabras más, palabras menos, me fui a vivir sola. En principio, mi hermano mayor se mudó conmigo -claro, después de pedirme permiso incómodamente pues los papeles se habían invertido y ahora yo parecía la mayor- y cada uno con un colchón y una mesita, nos mudamos al quinto piso en el 2012.
Han pasado muchas cosas desde ahí. Principalmente, a nivel de roomates, mi hermano se fue a Australia y viví sola unos buenos años, hasta hace un año mi pareja vino a vivir aquí y nos la llevamos muy bien. Claro, no hacemos fiestas como solíamos hacerlo con mi hermano ni tampoco pasamos hambre como en esos años. A nivel de supervivencia, mi dieta ha mejorado: no morí de inanición como podía pronosticarse y no solo tomo jugo del valle con pan o galletas o arroz quemado como en los primeros años; a nivel mobiliario ha sido todo un logro tener un escritorio, una silla, una cama grande de webcamer -no un colchón viejo tirado en el suelo- y en general, esa colección linda de cosas turquesa que contaba en una de mis primeras entradas en el blog. Tengo una biblioteca, una lavadora, una nevera y esas cosas de adulto por las que uno se alegra. Es curioso, no lo niego, contar la vida en objetos pero así funciona. Cada una de esas cositas -incluso la picatodo y el set de ollas  que me regaló cy°zone- llena el apartamento y hace parte de una colección personal profunda, una sensación de que, objeto a objeto, maricadita a maricadita, se logra algo y hay que celebrar. Ah, y claro, tengo un fogón favorito de la estufa: adelante a la derecha. Un molinillo también turquesa y unos frascos de vidrio que colecciono para guardar la canela, los clavos y el orégano. Pago recibos como la mortal que soy y una administración carísima que no sirve de nada y me alegra cuando compro una nueva plantita para el apartamento o el evento reciente de aumentar las megas de internet; en definitiva ya soy toda una adulta aburrida -¿o consumista?-, pero me independicé, no morí en el intento y ahora escribo desde mi lugar sagrado: el altar que le tengo a mis perros y mi colección de muñequitos de Hora de Aventura y Steven Universe. Eso sí, por muy adulta e independiente, nunca dejaré de ver dibujitos animados. La vida es de contrastes.

sábado, 20 de julio de 2019

Independencia // Volumen 1: 'La Negra'

Hoy se celebra la independencia. Ajá, pero la patria es una gran mentira: un constructo que está muy bien instalado sobre todas las justificaciones a las cosas más horribles (xenofobia, guerra, racismo, capitalismo,etc). Por esto, la única independencia que me interesa y atañe es la mía. Uno, cuando me independicé de mi familia -que también es otra mentira y un constructo basado en la consanguinidad y no en la afinidad o el mínimo de respeto- y dos, cuando obtuve otra libertad/independencia: viajar, conocer y escapar por el territorio de lo que consideramos "nuestra" nación y hoy muchos celebran con la camiseta de la selección o una bandera en sus ventanas.

Quiero hablar de la segunda, como ya se habrán imaginado por la fotografía. Y sí, a pesar de que esta libertad/independencia está basada en un privilegio, es de las inversiones -en medio de lo voraz del capitalismo- que en verdad pueden traer cosas muy bellas para uno. Compré mi moto hace un año largo y todavía no puedo terminar de agradecerle a 'La Negra' -así le llamo de cariño- el haberme llevado sana y salva a tantos destinos, a tantos lugares, ver tantos atardeceres, perecer tantas lluvias torrenciales y sobre todo permitirme el escape tan necesario de la ciudad, de los otros: hasta de mí misma.

Cada que viajo, cada que escucho rugir a La Negra, cada que no pago peaje y me ahorro dinero, cada que paso por una troncal de transmilenio y veo de lejos esas caras insatisfechas -y con mucha razón- de ese sistema de transporte, e incluso, cada que me caigo -porque hay caídas, y dolorosas-; sé que ha sido de las mejores decisiones que he tomado.
No voy a dejar de amar infinitamente cada segundo en el que estoy sentada ahí. Creo que es lo más cercano al budismo zen que hay: por un instante no existe nada más, estoy en el presente, no ansío llegar, no miro hacia atrás, solo soy consciente del sonido de mi negra, de mi respiración y de la suerte de recorrer otra pista juntas.

domingo, 14 de julio de 2019

Topofilia: Barco & Arango

Terraza Arango
Cafetería Barco









Topofilia: Hacer el amor con los lugares, ¿o cómo era?









Me gusta ir a la Virgilio Barco y a la Luis Ángel Arango.
Para los que me leen desde otros países -ya  puedo decirlo con propiedad-, éstas son dos bibliotecas grandes en Bogotá, diría yo las más importantes. Seguido de la aclaración, debo hacer otra: estudio Creación Literaria y soy promotora de lectura, trabajo en un espacio no convencional, algo así como una biblioteca en un parque de la ciudad; por ello tienen tanto significado para mí estos lugares. Ya ven, paso aquí muchas horas semanales de mi vida, he pasado malos ratos, encuentros conmigo misma, lecturas tristes, lecturas que no creí hallar, lecturas que me revelaron cosas profundas, lecturas que me hicieron evadir mi entorno y lograron transportarme a un lugar sin tanto drama -en mi vida suele haber mucho drama-. En fin. En estos dos lugares me he construido y, hablando de construcción, debo decir que tienen una arquitectura especial, encuentros peculiares con la luz, escaleras sinuosas, algunas en forma de espiral, ventanas circulares, uff, y esa terraza (Arango) que deja ver el centro con su prisa, esa Bogotá inclemente pero bella. Barco & Arango, sobre todo, a mi juicio, logran construir una atmósfera de pausa, una estadía atemporal, imprescindible para los días y la vida agitados. He tomado muchas fotografías en estos sitios. También me he encontrado con muchas personas y arcoiris allí, encuentros que no solo me llenan de asombro visual y emotivo sino que van creando una colección de momentos remarcables -con la etiqueta de 'demasiado increíbles' en el almita y en la galería de mi celular-.
Bueno, quería compartir esto. Mañana iré de nuevo a la Virgilio y sé que me espera otra experiencia significativa. Un lunes más que admiro y descubro a LaCuatro que puedo ser bajo y con esos muros.

jueves, 11 de julio de 2019

Lunares, vetos y sugar daddy.








Tengo un lunar justo al lado de la boca











 uno en medio del pezón izquierdo












                                                      y uno rozando el clítoris

Me gusta posar desnuda para mí. Naturalizar el cuerpo porque no sé a quién se le ocurrió el disparate de satanizar el desnudo, la carne, la piel. No sé si vayan a quitar mis fotografías. Tantos vetos que ya me han dado en redes sociales. Las mujeres no pueden mostrar pezones o curvas o vaginas, las mujeres no pueden ser mujeres en público. Solo si es porno. Solo si beneficia a los grandes de las industrias. Muchas personas, lo sé -sin creerme el ombligo del mundo- me critican. Dicen. Hablan. Murmuran o scrollean rápido para no encontrarme en instagram. Creen que soy puta, me vendo, que tengo un sugar daddy, que me publicito por unos likes. Nah. Nada más alejado de la realidad. Yo soy mi propio sugar daddy. Que si me gusta hacer webcam, sí. Que si en eso me gano un dinero, sí. Que si me alimenta el ego los likes, no. Que si me gusta exhibirme, no, no en esos términos: me gusta ser y mostrar lo que soy en mis redes porque tengo el control y puedo hacerlo, y si a alguien le gusta en el proceso, bien, si a alguien no, bueno. No me amargo. No vivo solo para esto. Escribo, hago fotografias -no todas sexuales-, estudio, leo, hago promoción de lectura, ayudo con las tareas a niños, les leo, los escucho, hablo con ancianos -les presto atención de verdad-, canto, aprendo de historia del arte, vuelvo a escribir. 
El dinero no me inquieta, los vetos no me inquietan, tener o no tener likes no me inquieta; tengo una vida acomodada, llena de privilegios de los que soy consciente pero no me quedo ahí. Mis comodidades las adquirí accidentalmente. Tengo lo que tengo por una tragedia que no le deseo a nadie: la muerte de mi papá a los 6. Este evento me dejó pensionada hasta los 25 y el resto lo he hecho por mi cuenta, con mi intelecto y, por intermedios, con mi cuerpo. ¿Y qué?
Hoy jueves de blog inconstante, quería mostrar mis lunares. Dar cuenta de la carne que habito y habitan otros. Me siento arte, me pintaron a mano y con especial atención en los detalles. Una constelación que se extiende por mi dermis. 
Y ustedes, ¿qué constelaciones tienen?


lunes, 1 de julio de 2019

Privilegios y esnobismo

Hago esta entrada sin mucha expectativa de ser leída. Todos deben estar disfrutando de Rock al Parque o con la resaca post-pride. De todos modos es lunes, festivo, yo no fui a Rock al Parque y quise escribir. Estas semanas han sido un asco. Los últimos días me he enfrentado a lo peor de mí y de las relaciones afectivas. Pero en medio de esto -y en un gigantezco intento por olvidarme de ello- decidí hablar sobre el Orgullo LGTBIQ:
Oigan, de verdad, ustedes son muy ásperos. Enfrentarse a medio mundo para poder salir con quien se les de la gana, para ejercer sus derechos afectivos, su intimidad, para vestirse, usar lo que quieran, amar como quieran, ser y ejercer autonomía en todo su ser. Y tener que luchar. Esa es la parte que no debería existir. A otros nos es dado como privilegio. Agarramos de la mano a nuestros  novios/novias y nadie nos  mira raro. Nos besamos en todo lado y nadie se escandaliza. ¡Pero la gente todavía pega un grito en el cielo cuando los ve! No soportan que por un día sean protagonistas, que solo por un día sean el espectáculo, lo principal. ¡Partida de imbéciles! Yo creo sinceramente que ustedes, a fuerza de tener que  luchar y lidiar con tanto, ustedes por llevar y amar con todo y prejuicios, son los únicos que en esta sociedad líquida se atreven a hacerlo. A amar con todo. Porque les es negado. Porque es prohibido. Porque les cuesta. Los demás solo andamos en jueguitos pendejos. No nos han matado, golpeado, o amenazado por amar. Ustedes se arriesgan. Viven. Aman. Eso siento yo hoy. Con la desilusión afectiva a cuestas me atrevo a decir que ustedes son los únicos que desean casarse hoy día, conformar un hogar o tener una relación estable a prueba de todo. Qué chimba. Nosostros somos simples esnobistas.

Gracias y orgullo siempre.