domingo, 23 de febrero de 2020

De la escritura

Actualmente escribo mi proyecto de grado. Con toda la ansiedad, el desespero y sobre todo la confusión que esto conlleva, he decidido seguir escribiendo para ustedes. Sé que muchos me leen, incluso lo días que no publico, y están pendientes cada jueves y domingo. De verdad, gracias. Nunca imaginé que un ejercicio casi tan cotidiano para mí como escribir y reflexionar, fuera a interesar a alguien, fuera a invitarlos, interpelarlos, emocionarlos y/o conmoverlos.

Es raro trabajar para uno mismo. La voluntad es casi sagrada: cada jueves y viernes organizo todo milimétricamente para poderme sentar a escribir, a buscar imágenes, a crear nuevas fotografías para el blog. De hecho, desde la entrada de la semana anterior ya estoy pensando sobre qué escribir la siguiente. Según el tema y la fluidez, escribo anotaciones parciales, notas, o me acerco a los temas que voy a abordar. Incluso, a veces, dejo casi lista la siguiente entrada, lo único que falta es la última correción y detallitos finales. Es curioso. No me siento nunca presionada a escribir ni escribo sobre temas que no considero urgentes -tanto para mí como para ustedes que me leen-. Los temas surgen según el momento de vida que estoy atravesando, los retos a los que me he enfrentado o mi responsabilidad y posición ideológica frente a temas coyunturales (paro, aborto, prevención de ETS). En mis cuentos -para el proyecto- los temas suelen ser algo más complejo. No solo basta con lo que me inquieta como persona, sino también algo de lo que siento que hace falta una perspectiva justa. Siento que todo lo que escribo es sobre la empatía y no por ello son cuentos bellos y alegres. En realidad son cuentos tristísimos, donde la crueldad, la enfermedad, el abandono del afecto y del estado siempre está latente. En ocasiones, las historias me toman por sorpresa. Surgen de la nada o vienen a mí por una noticia, por un hecho real, por  una conversación. No sabría cómo describirlo con exactitud. En algunos surge primero el título o el nombre del personaje o una frase que describe un lugar en particular. No sé. Los caminos de la escritura son complicados. Creo que, analizando, mis personajes suelen ser niños o personas enfermas, incluso animales en una triste condición. Espero algún día gane un premio y me publiquen, o yo me autopublique y ustedes puedan leerlos.

Sobre el cómo escribo: es a máquina. Llevo una bitácora para mi proyecto de grado y es en esta Remington que he encontrado una forma más orgánica de realizar la tarea. El computador lo uso solo para el blog o mis redes sociales, aunque a veces transcribo cosas que escribí a máquina. Nunca había usado una principalmente porque no tenía y porque creía que era algo muy hipster. Y sí. Puede que lo sea, pero la máquina me ha permitido hacer cosas y concentrarme, no disvariar ni distraerme en ventanas y conversaciones. Esta máquina perteneció a la abuela materna de Miguel. Llegó a mí a finales de noviembre del año pasado y cada que la uso siento una especie de compromiso. Sé que significa algo para mi pareja y para su familia, que me dejan usarla porque saben de mi oficio y porque ellos simplemente no le encuentran un buen uso. Es extraña la sensación de usar una reliquia  familiar. Tampoco me dejo intimidar por eso, aunque es extraño pensar en qué escribió esa persona antes de mí. Sé que era profesora y eso me hace sentir que compartirmos también una vocación.

En fin. Todo esto para compartirles un poco del detrás del blog y de cualquiera de mis textos. Por ahora, de  mi proyecto, les adelanto es una antología de cuentos con ambiciones de ciencia ficción rural. Total. No sé en qué se vaya a transformar.
Y sobre la escritura les pregunto: ¿ustedes también escriben?, ¿qué les ayuda a escribir?, ¿tienen una especie de ritual?

jueves, 20 de febrero de 2020

Luz y regalos


Purple present, Miguel Ángel 

















Hace mucho que no debo madrugar. No sé porque desde que tengo un gato se me hace más difícil levantarme. Antes, mi reloj biológico me levantaba a las 6 a eme o a las 7 máximo y empezaba la rutina con Mostaza y Coco. Desde que Lucky está puedo seguir de largo hasta las 9 o 10. Miguel ha tenido un flujo de trabajo más exigente y debe irse, algunos días, cuando apenas comienza a clarear el día.

Desde la entrada de "Descuido//Desatención" y de varias charlas que tuvimos al respecto tomó la decisión de volverse algo más detallista y me ha sorprendido con varias cosas por estos días. No me hace feliz que lo haga porque yo se lo pedí, sin embargo soy consciente de que nadie lee mentes y si uno no comunica lo que siente o lo que necesita, el otro tal vez por el afán diario, las preocupaciones urgentes e inmediatas, no va a percibirlo.

Hay que dialogar, entablar conversaciones desde los sentimientos y desde la razón: hay que comunicar. Y claro, también hay que escuchar, realmente prestar atención a los signos, las señales y los pequeños detalles. 
Hay que percibir al otro desde la empatía y desde ahí construir.

Miguel me regaló esta hermosa foto y un bello mensaje. A mí me encantó. Creo que es también importante precisar y tener claro que los detalles no implican siempre algo monetario, algo de dinero, signo pesos ($). Implican algo de valor pero puede ser de valor emocional, estético o económico.
Dejando de lado las situaciones adversas de pareja, creo que este tema es importante. He visto memes al respecto -aunque claro, siempre son de tono machista- en el que hablan de mujeres que creen que los hombres son adivinos o magos. Sí, es cierto, pero no por ser mujer o hombre. Simplemente como personas deberíamos saber comunicar nuestras necesidades, intereses y preocupaciones de forma asertiva para que el otro tenga las herramientas para actuar. Y ojo no actuar como a nosotros nos gustaría, o simplemente para darnos "contentillo" como se dice popularmente, sino porque quiere, porque es consciente de lo que el otro necesita y porque al fin y al cabo lo/la ama. Entonces va actuar, va a mejorar, pero lo va a hacer a su manera, teniendo en cuenta las herramientas que ya le han dado.

Aprender esto siempre me ha costado porque debo admitir que soy caprichosa, pero entendiéndolo racionalmente lo trabajo y hago lo posible por ser consecuente con mi discurso.
¿Quién diría que tener una relación implica tanta filosofía, tanta teoría y sobre todo tanta voluntad de ponerla en práctica?


domingo, 2 de febrero de 2020

Lo cotidiano: todo un acontecimiento


Lo que pretende este blog, lo que pretendo yo es decirles, así, de frente: lo cotidiano es un gran acontecimiento. Pasamos de largo, lo vemos sin mucho reparo, nos convencemos y creemos que lo que vivimos a diario no merece la pena ser contado. Y no. Ahí es donde todos fallamos. Lo cotidiano, la vida en sí, es todo un gran evento. No diré clichés como que la vida es una fiesta y no sé qué más cosas. Tampoco es fiesta. No siempre se disfruta, pero incluso en eso que nos amarga, que nos afea los atardeceres hay una historia valiosísima. Este blog pretende contarles una vida sin filtros y hacerles ver que lo que vivo a diario es increíble: una reflexión, un buen sexo, un replanteamiento sobre mis relaciones, un viaje, un anhelo mientras lavo la loza, yo qué sé. Bueno, eso es lo que pretendo, saber si lo logro es otro cuento.
Hace poco vi una publicidad en instagram de una chica que hace blogs, creo que es española. Dentro de la publicidad decía (en negrillas y en mayúscula) TU BLOG NO ES TU DIARIO.  Entonces yo,  medio ofendida, seguí leyendo, esperando que argumento iba a dar. En pocas palabras sostenía que ninguna vida merece ser contada fielmente a los hechos, que ninguna vida (salvo la de los famosos) es extraordinaria y, además, que a nadie le podría interesar. Yo dije: Mmm, bueno, señora. Sin creerme el ombligo del mundo, creo que a quiénes me leen sí les importa mi vida. Y no soy famosa.
Y no se trata de que me lean solo por el chisme, por saber de mí, por ver mis fotos, por el morbo. Se trata de que se ven reflejados a veces, reflexionan con lo que cuento o simplemente les entretiene. Eso de que debemos llevar una vida de lujos para interesarle a los lectores, a alguien en general, está muy desfasado. Creo que el problema radica en el elitismo y clasismo de la afirmación, ¿no creen? ¡Qué miedo! Entonces estamos destinados a leer solo historias de personas que tienen dinero, a ver stories y videos de personas en sus vacaciones en el yate y sus looks y outfits. Y sí, sé que pasa con los influencers, pero creo que aún antes de ganar los beneficios monetarios de las redes, solo mostraban su día a día. Con familia adinerada o sin. Con chistes tontos, juegos en un computador barato, una cámara de lo más sencilla que grababa lo que se les ocurría. Tal vez esa especie de sinceridad convirtió el fenómeno youtuber e influencer en lo que ahora es. No sé. Tal vez lograban volver lo cotidiano un acontecimiento. Algo para contar.Sé que el tema es algo controversial, pero algunos saben potencializar sus historias. No significa que sean buenos contadores de historias ni que tampoco sean interesantes o tengan talento. Solo se muestran y han sabido registrar su vida, su experiencia. Han sabido crear una marca personal.

Yo les muestro lo que hay y me encanta que me escriban cuando se sienten identificados con mi historia, cuando les sucede algo parecido, cuando vibran con un texto que manufacturé con cariño y algo de disciplina. No soy influencer, no soy instagramer, no vivo en medio de lujos ni me pagan aún por esto. Mi pasado ya lo conté. Mi vida la sigo narrando jueves y domingos aquí, como lanzando una botellita turquesa a internet con un mensaje dentro, con la esperanza de que alguien le vea sentido, valor, le guste, lo saboree y lo comparta.
Hoy empecé a leerle a Miguel "Vivir para contarla" de Gabo. A él le encanta que yo le lea cuentos en voz alta de diferentes autores, más que todo infantiles. Se emocionó cuando Gabo narraba su situación económica, cuando no tenía ni un peso por escoger vivir de la escritura:

-Pero no por lo mismo -dijo ella-. Yo pensé que eras un limosnero. -Me  miró las sandalias gastadas, y agregó-: Y sin medias.
-Es más cómodo -le dije-. Dos camisas y dos calzoncillos: uno puesto y otro secándose. ¿Qué más se necesita?

Creo que eso es lo increíble cuando se escribe con sinceridad, se conecta con las personas. Cuando no eres genuino el lector lo resiente, siempre lo diré. Miguel se emocionó, como si una parte de sí no creyera que en un libro alguien pudiera vivir como él vivió cuando se independizó y no tenía ni para comer. A veces endiosamos la literatura, los textos, los autores. Sobre todo a los autores.
La vida cotidiana acontece y quien tenga el don y la disciplina puede contarla de maneras maravillosas.