lunes, 23 de marzo de 2020

Mal tiempo para ser poliamor














Digo que es mal tiempo porque estoy en cuarentena. En este momento recuerdo a la escritora Carolina Sanín en el tuit que hablaba sobre los adúlteros y su sentimiento de angustia por la separación y por tener que pasar la cuarentena con alguien a quién no aman ni desean desde hace mucho. Bueno, en mi caso no es así: aún quiero y deseo a M -no hay necesidad de pensar en duración, en el tiempo como si fuera un tremendo esfuerzo permanecer-. No. Simplemente lo amo porque nos encontramos cada día nuevo, nos miramos con amor, comprendemos los humores, las perspectivas diferentes, las necesidades, sabemos también dar espacio. En realidad un amor así es maravilloso. Pero más allá de las mieles, yo, poliamorosa, mujer que siente todo el tiempo, que es intensa, pasional... me enamoré de alguien más.
Me enamoré de alguien más y no habría porque sentir cómo se despliega un drama o un problema -si tengo un acuerdo con mi pareja- pero lo que me produce algo cercano a la angustia, este sentimiento de condena dramática es que ese "alguien más" no es mi vínculo -aún-, no es con quién -en tiempos difíciles como esta cuarentena- comparto un hogar, con quién tuve un encuentro fugaz después de haberlo deseado mucho, a quién solo le di mi whatsapp pero ni siquiera tuve la decencia de preguntar el suyo -de tan emocionada que estaba-. Qué iba a pensar yo que sería la última vez que nos veríamos, que el mundo y mi país cambiaría radicalmente por esta emergencia.

D I S T A N C I A

No me afectaba antes la distancia, ni mucho menos el espacio entre un encuentro y  el otro. No me preocupaba si nunca coincidíamos de nuevo -a pesar de lo mucho que me gustaba-, pero ahora... Parezco una puberta. Nos tenemos en una red social y lo veo, como boba, conectar y desconectarse. Pienso en mil motivos para hablarle, interpelarlo, decirle en forma de emojis (💟😻😽💕) que necesito su cercanía, que ya que no podemos vernos de nuevo -y aún cuando no sé si quiere volverme a ver- podemos hablar por algún canal: quiero descubrirlo, extenderle mi mano virtual, mi pack virtual, mi lengua virtual y lamerlo, besarlo, acompañarlo si está solo -y aún si no, qué me importa-. Entonces aquí cabe también una reflexión: en tiempos de cuarentena, ¿cómo hago para demostrar mi genuino interés por alguien? ¿Cómo hago para extender en una conversación mi afecto, mi cariño, que se entienda que no es convencional, que no es como suelo ser siempre, que exista una especie de diferenciación? ¿Cómo hago para que al decir lo que dicen todos: te extraño, te quiero, te necesito, sea una frase que de verdad aúlle al otro, lo rasguñe, lo trasgreda, lo llame?

Me supera en varios años de edad. Tiene hijos, lo sé. No es casado pero lo fue -quiero creer- y es la persona que intelectualmente más me ha gustado en unos buenos años. No es solo eso: su físico, su voz -lee de manera impresionante en voz alta- y besa y coge... y ¡agh! ¿Les ha pasado que un encuentro tan fugaz detone tantas cosas en su ser, en su alma? Yo no creo en el amor romántico, protocolario, de  pasos, de esperar, de hacerse desear, de no decir. Yo creo firmemente en que el instante se escapa rápido, rapidísimo y no, no hay que agarrarlo, ni forzarlo, simplemente decir lo que hay que decir: manifestar el cariño, la pasión y dejarlo claro con acciones y palabras, para que, una vez termine -tan fácil como llegó- el otro tenga las herramientas suficientes para saber qué es lo que quieres, si lo disfrutaste, si quieres que se repita... yo creí haberlo manifestado. Eso creí. Eso creo. Eso quiero creer. No sé si estuvimos conectados y él lo captó. No sé si realmente me entendió. Y no es que lo subestime, simplemente suele pasarme que -expuesta como me ven en redes y en el trato personal- creen saberlo todo ya. Creen que soy cálida siempre, con todo el mundo, a diestra y siniestra, que a cualquiera brindo mi conversación, mi atención, mi palabra, mi cuerpo. Y se equivocan. Yo espero que alguien me lea bien y sepa que soy más bien selectiva. Que no es fácil que yo me dé. Que dé cariño. Que acaricie. Que bese... Muchas veces lo dan por sentado: creo que es un defecto común.
Me desilusionaría saber que este sujeto me malinterpretó. Sería triste sentir que me había dejado leer y me interpretó mal. Solo sé que quiero de nuevo su conversación, nuestros silencios, su sonrisa y un montón de detalles deliciosos que guardé. ¡Qué mal tiempo para enamorarse!

Ni modo. Me queda masturbarme, ver su perfil virtual, sus fotos, recordar su tacto e ilusionarme por momentos, luego caer en la desesperanza y pensar: "¡Qué va!, qué se va a enamorar de esta aparente peladita, de esta niña, a quién le lleva más o menos la edad de uno de sus hijos."

¿Ustedes a quién tienen muchas ganas de ver y no pueden?

Posdata 1: Espero estén con su amor en cuarentena, se acaricien, se besen, se adoren. Dura poco. Aprovechen. Digan lo que sienten, de verdad conversen con el otro.
Posdata 2:  Sería lindísimo que me contaran sus tragas malucas, para no sentirme tan sola ni tan loca  en esto.

jueves, 19 de marzo de 2020

Cuentacuentos a domicilio


La verdad es que  me gustaría poder decir, en medio de esta pandemia, que mi profesión tiene un uso importante para la sociedad. Que es imprescindible. Bueno, de lo primero que se prescinde -claramente- en presupuestos y demás -y no solo en emergencias sanitarias- es de la cultura y el entretenimiento (cerraron cines, teatros, bibliotecas), básicamente porque se consideran residuales y, en este preciso momento, porque son punto de encuentro de personas, de comunidad: dadas las circunstancias implica un riesgo de contagio. Pero de aquí podemos sacar algo: la cultura se da en el encuentro, el arte propicia la comunidad y el intercambio.

Ahora que estamos solos, cada uno en nuestra casa, aislados. Ahora que comienza el decretado -casi desdecretado y desautorizado por el presidente estúpido de Colombia- simulacro de cuarentena todo este puente "festivo" en Bogotá y debemos guardarnos en casa para evitar una catástrofe o al menos reducirla, vemos que ese encuentro propiciado por el arte y las industrias creativas o de entretenimiento vaya que son importantes. Estamos buscando qué leer, qué ver, qué película o s erie consumir, qué canales de youtube o podcast o radio sintonizamos. Claro, aquí entra mi profesión. La de contar cuentos y  mi historia propia como escritora y mi oficio: contar cuentos y promocionar la lectura. Sin embargo más que me puedan alumbrar los ojos y literalmente dibujarse en mi cara destellos y estrellitas de pensarlo, me queda algo por admitir: la lectura -y claro, también el aislamiento- va también de privilegio. Como todo en este país y en general en este orden mundial capitalista.
Y es que claro, al estar cerradas las bibliotecas, las personas que no tienen el acceso ni el dinero para  comprar  libros por su cuenta, accedían -si era de su interés- a la biblioteca pública. Claro, también se puede leer por internet, pero hay sectores de la población que no pueden permitirse ese gasto o que -por razones geográficas- simplemente no pueden hacer realidad esa interconexión. Y ahí, de nuevo, es donde me desinflo y desanimo. Entonces lo que escribo quedará en la nada, llega pero a muy pocos, a quiénes gozan de ciertos beneficios y dejan de tocar a quién -ta vez, si lo logro enamorar de la lectura- podría aprovecharlo mejor o significaría una salida posible a la realidad dura y triste en la que está  inmerso. La lectura, el escribir, mi profesión se convierten en un manjar que solo pueden tragar los que tienen los recursos y además el capital intelectual ya dado para disfrutar de mis palabras -si es que están bien hechas y pueden deleitar-. Mis letras, por más que intenten, no pueden tocar al otro, a quién tanto bien le harían en tiempos de angustia, de crisis, de incertidumbre.

Sé que no soy imprescindible. Cómo me gustaría ser médica pero mi vena artística no deja. Cómo me gustaría ser bombero, conductor de ambulancia, farmacéuta, celador, no sé, incluso manufacturera, algo más útil. Pero literata.  Intento de escritora. Dizque promotora de lectura o mediadora, es que ni siquiera se define bien el termino de lo que hago. Solo me quedar contar cuentos a los que me quieran escuchar o leer, a quiénes en esta maraña de redes me dejen entrar a su casa -virtualmente- para poderlos acompañar con mi humilde y desinteresado verbo.

domingo, 15 de marzo de 2020

Dolor, soledad y plantas 🌿




Hola a todas y todos. Los he estado extrañando. Los jueves no he vuelto a escribir por cuestiones de mera logística y porque, como ya saben, estoy en proceso de mi proyecto de grado. Tesis, le dicen algunos. Estoy tratando de engendrar un producto final, un gran texto, que no sea aforme en lo posible, que transmita una emoción, que haga sentir y sobre todo que acompañe en sus reflexiones a quién lo lea. Creo que estoy siendo mamá. Y bueno, es difícil. Como parte de mi proceso ando haciendo una bitácora, donde registro mis pensamientos, artistas que me influencian y frases que me gustan de autores o filósofos y resuenan para mi proyecto.

Hoy domingo de blog les dejo algunas muestras de cómo se ve mi bitácora, de artistas que pueden gustarles y dos reflexiones cortitas sobre la soledad (tan vigente en tiempos de coronavirus) y sobre el dolor.
Creo que a fin de cuentas, el dolor siempre nos toca. Sin embargo -y los invito a leer mi entrada anterior sobre "regar el fastidio"- siempre podemos  hacer algo con ese dolor. Transformarlo, no quedarnos con él, llevarlo a otra instancia: crear a partir de él.

Buen domingo, buena cuarentena, buenos hábitos de aseo y de manejo de emociones en estos días de pánico y egoísmo.

Bonita noche. 🌜✨

domingo, 8 de marzo de 2020

⚢ Perdón y gracias, mujer ⚢


Úrsula ⚢
Sigan en IG: @brazodetia ⚢


Estoy escribiendo después de haber casi desfallecido por dos semanas. Abandoné el blog pero no la escritura ni la lectura, aunque lo hice con mucho esfuerzo físico. No pude comer bien por dos semanas, vomitaba practicamente todo lo que comía y tenía un cansancio horrible que me hacía dormir casi todo el día. Adelgacé muchísimo y se me hundió la piel por la cuenca de las ojeras. Era mi cuerpo diciéndome: para. Creí haberme mejorado pero hoy la enfermedad vuelve y vuelve para recordarme muchas cosas que he hecho mal, que no he asimilado, para decirme que pare un momento, que busque en mí misma el origen, la preocupación, la rabia. Y es que hoy me indigno.
Hoy tengo rabia. 
Hoy no es un feliz día. Hoy 8M se conmemoran las luchas de muchas mujeres, cis y trans, de muchos humanos que se sienten y se identifican con la causa. Pero da rabia. Da rabia que hoy un tipo por la calle sin conocerme me dijera: Feliz día, mamasita. Da rabia que las costumbres estén tan instaladas que se regalan rosas y chocolates a diestra y siniestra, las familias se ponen su mejor pinta, la mujer arregla y viste a los niños para salir a "celebrar" y comer en un restaurante caro donde mujeres que no tienen el mismo privilegio les sirven, son partícipes desde otro ángulo de la celebración. Da rabia que amigos de la universidad compartan memes hablando sobre "las locas" o "las putas que muestran las tetas" o estupideces de ese corte. Claro, los eliminé. Da rabia que hasta que no nos educamos no somos ni siquiera conscientes de la gravedad del machismo, inmersas como estamos en él. Da rabia que muchas practican feminismo de smartphone, privilegiado y ganando likes. Da rabia que los esfuerzos siguen siendo insuficientes porque nos siguen matando, violentando. Da rabia que el feminismo se queda corto cuando de cobijar a hembras violentadas y explotadas de otras especies se trata. Da rabia que yo misma he caído en la trampa de señalar a otra, a su lucha, a su forma de vestir, a su belleza, a sus costumbres o maneras. Da rabia que no todes pueden salir a protestar, a marchar, a hacer visible su indignación. Y da rabia también, que se crea que el único frente de lucha y la única forma de protesta posible es la marcha. Todo este problema tiene muchas más aristas, enfoques y soluciones posibles o propuestas plausibles.
En medio de la rabia, la enfermedad y mis luchas individuales, hoy me indigno pero agradezco. Agradezco que puedo manifestar mi opinión, puedo leer y escribir cuando antes era impensable y solo podías si eras monja, agradezco porque puedo ejercer mi derecho al voto (a pesar de que la democracia solo sea representativa y en realidad no sea democracia), porque puedo decidir no casarme, decidir no tener hijos, decidir llevar un estilo de vida acorde a mis intereses e inquietudes, decidir tener una relación no-monógama cuando antes era propiedad exclusiva de un esposo, agradezco poder ejercer mi propia economía y poder trabajar y hacer con mi dinero lo que me plazca, gastarlo en mí (cuando antes tenía que reclamar dinero con la autorización de un esposo, un padre, un hombre), agradezco poder abortar -aunque las trabas en el proceso y el estigma aún estén presentes-, agradezco poder salir por mi cuenta... agradezco que esas feministas locas, brujas de antaño, pusieron con sus acciones y su discurso muchos temas en la mesa y gracias a eso hoy  puedo ser la mujer que soy, puedo escribir esta entrada. 
Agradezco a mis hermanas que ponen hoy temas urgentes sobre la mesa, los exigen, llevan el foco hacia eso: el aborto legal, libre, seguro y gratuito en cualquier edad gestacional (sin causales), remuneración equitativa y más acceso a cargos públicos y representativos, remuneración legal por cuidados del hogar, regulación y despenalización del trabajo sexual, endurecimiento de penas para violadores, penalización del acoso callejero, educación y puesta en marcha de verdaderas campañas de concientización sobre el machismo y la lógica patriarcal, el no encubrimiento de acosadores en instituciones académicas, el no encubrimiento de acosadores y violadores en las iglesias, la no separación del autor y/o artista machista de su obra, los micromachismos, los chistes violentos que no son chistes, los discursos aparentemente inofensivos que sí ofenden, denigran a la mujer y reproducen la lógica patriarcal, el consentimiento para TODO, la responsabilidad afectiva, el cuidado no como cualidad única de la mujer, la paternidad responsable, la no cosificación de la mujer, la libertad sexual y liberación de yugos y prejuicios (sin aportar y/o participar en la cosificación de la mujer), la pedagogía y educación sexual necesaria y efectiva en todo el territorio nacional (sobre todo en las áreas rurales), el perreo duro hasta que caiga el patriarcado, la sororidad.

⚢ Perdón por la insuficiencia, gracias por la lucha y juntas para la victoria.