jueves, 10 de octubre de 2019

Empelicularse


The Grand Budapest Hotel, Wes Anderson
Hace unos tres años, más o menos, trabajé en una videotienda. Quedaba a unas cuantas cuadras de mi casa y era de muy buena fama por el barrio e incluso a nivel Bogotá. El asunto era este: vendía películas  piratas de muy buena calidad, con excelente presentación e incluso hacía copias en blu-ray de los estrenos recientes. Era un lugar donde la gente hablaba de cine, con muchas películas en el catálogo: cine alternativo y comercial en un solo espacio, juegos para todo tipo de consolas y objetos coleccionables "geeks" -importados desde Estados Unidos-.
La gente iba a hablar conmigo. Siempre termino en trabajos donde el atractivo principal o eres tú o es tu charla; venían de todas partes de la ciudad, a pesar de ser una tienda en el noroccidente -algo más cerca de La Vega y de otros municipios que de la misma Bogotá-. Venían a escuchar mis recomendaciones de películas y series. Básicamente me ganaba la vida haciendo pitchs. Practicaba para cuando tuviera que vender un argumento, una historia a un editor o un productor de cine.
Contaba brevemente el argumento, una que otra palabra que servía de anzuelo para despertar el interés y había quienes compraban a ciegas todo lo que yo recomendaba. Era genial. Ganaba muy bien por esa época, trabajaba poco, teníamos un acuerdo especial de contrato por prestación de servicios por ser pensionada y mi hora era la más costosa de todos los asesores. Por día veía 2-3 películas y debía estudiar las reseñas, las críticas, el catálogo y los directores. Surtí de películas a mi familia y amigos durante un buen tiempo. Era divertido y  sobre todo aprendí un montón. Estudiaba fotografía y fue el mejor complemento para la carrera.
El caso es que me fui porque mi jefe me acosaba. Un día no aguanté más y renuncié. Me fui en plena jornada y mi jefe amenazó con que mi contrato tenía penalización por abandonar el puesto así. Le recordé que tenía contrato por prestación de servicios e incluso le aclaré que él habia falsificado la firma de su hermano -el verdadero dueño que estaba en Medellín- y eso tenía cárcel. Qué mierda este mundo de machitos.
Durante un tiempo no volví a ver películas porque me recordaba ese trabajo. Fue difícil no hablar de cine todo el tiempo y extrañé ensayar nuevos juegos de xbox y wii. En fin... esta semana de 'receso' me reconcilié apenas con el cine. Volví a ver largometrajes -además que por fin tuve un tiempo más o menos digno- y ayer me vi una película: 'El concursante', argentino-española con una narrativa brutal que involucra y explica economía, además de tener recursos audiovisuales increíbles, mezcla de fotografía análoga, stopmotion y collage. Es brutal. Hoy veré una recomendada en pausa de mi director favorito Wes Anderson: 'Fantastic Mr. Fox'.
El cine es fantástico y ustedes, los que me leen, también lo son. 

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