jueves, 23 de mayo de 2019

Intimidad // Vicio

Jan Saudek
LaCuatro















Me vician los pies. He podido presenciar la gran transformación de los míos y a eso se debe esta entrada en el blog.
Les contaré algo que me llena de vergüenza, pero cómo siento que no me lee nadie, en realidad no importa. Total. Da igual. Este es un blog íntimo, confesional, de una persona real, trastornada, viciada, como muchas en el mundo. No seré la única rareza de por aquí y el encuentro con esta fotografía de Saudek me lo recuerda. Cuando era niña me comía las uñas de mis pies. Sí. Tal cual. Me comía las uñas de los pies.
Si ya pensaron en lo horrible de la escena y quieren dejar de leer, están en plena libertad. Pero, pensemos por un momento, ¿acaso yo no tenía manías rarisimas en mi infancia, gustos poco convencionales, rituales también asquerosos? No sé cómo funciona nuestra mente en la niñez, pero si de algo estoy segura, es que era una máquina de locos. En fin, locura o no, lo hacía y me sentía bien. No sé qué le encontraba, pero era una manía insoportable y demasiado frecuente. Mi mamá, por supuesto, trató de corregirme en vano muchas veces. Y ahora que lo pienso era una manía/vicio que podía cobijar a muy pocas personas. Era como de un grupo selecto. Tenia implícito algo de exclusivo. Requería gran flexibilidad y despreocupación por las bacterias. Por suerte entrenaba desde pequeña gimnasia y patinaje: lo primero no era problema y lo segundo mucho menos -asuntos menores, microscópicos-.
Supongo que mamá nunca comentó eso a nadie, ni a sus amigas, ni a doctores -era tal la vergüenza- y yo no solía hablar del tema tampoco. Después de un tiempo, tuvimos una especie de pacto silencioso. Ella esperaba que fuera solo una etapa y yo no le veía nada punible. Claro, con el tiempo simplemente quedó atrás. Mis hermanos mayores se dieron cuenta y pusieron de su parte para deshacerse de ese vicio, lo que se tradujo en bullying y así se me quitó la maña, como dicen las abuelas.
Hace poco vi la fotografía de Saudek y sentí que no estaba sola en el mundo. Que hubo, en algún momento, alguien como yo. Y cómo nunca lo hablé con nadie, ignoro cuántos más tuvieron el mismo pasatiempo. Creo que es increíble la intimidad del arte y el vínculo que crea con nosotros. Lo admiramos, lo adaptamos, lo apropiamos y vemos en él resumidos estados de ánimo, emociones, preguntas, respuestas, etapas de nuestra vida y conceptos. Nos maravillamos, agradecemos y volteamos a vernos a nosotros mismos.
Mis pies evidentemente se han rehabilitado. Y quién los vea, si no lee este blog, ignorará el significado de esas uñas, ese esmalte, esa piel. Ignorará mi vicio, mi historia: la  magia grotesca e incómoda de la individualidad.

Puedes ver más fotos en mis redes: Instagram, Facebook. Y otros dos blogs: Sonrisas Incómodas y Poemitas Chambones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario