jueves, 30 de mayo de 2019

PPP// Volumen 1


Empiezo diciendo algo que probablemente enojará a muchos: la mayoría de relaciones monogámicas me parecen hipócritas. Ya he recorrido ese camino y creo que es facilista, sin embargo, no digo que el poliamor es para todo el mundo: no es fácil.
Sí, probablemente dirán que tengo un ego enorme y que 'disculpe, experta en relaciones, honestidad andante', probablemente no me van a leer más pero... dejen que les explique. La monogamia me parece un atajo en cuanto a que es más fácil ignorar, cohibir u ocultar sentimientos, atracciones hacia otros con la excusa (incluso más egocéntrica que yo) de proteger al otro, no dañarlo y estropear en el proceso la libertad de ambos. Entonces es más fácil ser infiel, pues no debes enfrentar las emociones del otro. No le cuentas, omites, cuentas una verdad a trozos, no le dices cómo te sientes ni abres tu corazón, deseos y perversidades al otro, con quién se supone hay confianza, y por sobre otros lo elegiste, te 'entiende' y han construido un lenguaje y camino propios. Bueno, esa es mi opinión. Claro, por mucho estuve en una relación monogámica y fui irresponsable, infiel. Nunca lo ocultaré. Ahora solo trato de ser coherente.
Todos estos temas estan conmigo desde la concepción. Es más, aquí va un dato curioso innecesario: Ximena, mi nombre, lo eligió mi papá. Mi nombre es un homenaje a una de sus mosas, Ximena Bustos, -quién al parecer fue a llorarlo en su funeral-, cuando yo apenas tenía 6. Desde aquí empieza esta historia: Mucho gusto, Ximena, egocéntrica y poliamorosa. Las etiquetas que quieran poner a continuación.

En fin. Ya. Existen 3 PPP's en mi vida. Uno es mi lugar de trabajo, una dizque biblioteca, un Paradero Para Libros Para Parques, otra es una canción de Kevin Roldan que escuché una vez en mi vida, que más o menos significa: Puesto Pa darle Placer, y la última, es una sigla que inventé para este blog: Pilotear lo Paila del Poliamor.

Hay que saberlo pilotear. Al principio, como dije, no era poliamorosa. Era infiel e irresponsable -por cierto, varias personas saldrán salpicadas por esta entrada del blog, personas con nombre propio porque no modificaré la realidad y, obvio, ustedes deben saber que son mis versiones y hace falta la otra parte-. Llevaba una relación monogama con Sergio, a quien dediqué casi 5 años de mi vida, desde los 17 hasta los 21, más o menos, en entretiempos, rupturas y decisiones confusas. Le fui infiel después del primer año, sistemáticamente, frecuentemente y sin piedad. Sentía culpa, claro, aunque desde el inicio le insistí en una relación abierta (porque ya me conocía). A mi primer novio, Cristian, por allá a los 13 y 15 -volvimos dos años después- le fui infiel con el que sería mi segundo novio, John, y a éste lo engañé por rabia e inmadurez con un músico, Daniel, de la orquesta de salsa en la que yo cantaba. No podía estar sola, quería experimentar, quería herir, quería y quería. Yo, yo, yo y yo. Volviendo a mis 17, comencé con la ilusión de ser mejor y queriendo ser firme al cariño que Sergio se supo ganar. Un año sin necesidad, o con la falsa sensación de victoria de no ser infiel. Todo un logro, de verdad. No es tan genial ser así. Pesa. Duele. Uno siente que no encaja, que no es normal. A veces, claro, uno lo hace con un dejo de maldad, con cinismo, con morbo. Pero no siempre. Bueno, a partir de ahí la relación fue en declive. Yo empecé un nuevo récord, a veces culpándome, a veces jactándome de ello. Muchos nombres: Bryan, Alejandro, Javier, Cristian, Daniel, Esteban, y sigue. En fin, cada nombre no es una condecoración, es solo un punto más de angustia, de culpa, una sensación de estar enferma (y sí, fui al psicólogo); un ciclo que no podía romper. Costó mucho. Lloré, viví cosas horribles y entre tanto -yo no soy la única mala de la historia, solo humana, igual que todos- Sergio, en mecanismo de defensa, decidió manipularme emocionalmente, 'perdonándome' cada vez y sintiéndose superior moralmente por hacerlo e insitiendo en acrecentar mi culpa, señalandome, resumiendo todo a víctima y victimario. Tóxico, tóxico, tóxico. Ambos nos herimos. Nuestra historia fue un no podernos abandonar, un cariño y apego enormes, dos abortos, lágrimas y mucha culpa. Varias terapias después pude detener el ciclo. Me costó, nos costó 5 años de nuestra vida. Fatal. No me arrepiento, pero lastimé y nos lastimamos mucho. Heridas que aún hoy me lamo. Entonces continué, convencida de que el poliamor era algo por lo que valía esforzarse y andé y andé, procurando no estar con tantas personas, o al menos no si no querían algo similar a lo que yo, y encontré varias. En forma de amantes, amigos y casi desconocidos con los que compartimos cervezas y una buena conversación. Porque sí, poliamor no es solo el número de personas con quienes te acuestas o relaciones paralelas en un nivel sexomorboarrechoafectivo. No. Poliamor, para mí cobija amistades muy cariñosas, de cuidado del otro, de escucha y atención, de deseo que puede o no consumarse, pero ante todo una lealtad e incondicionalidad, aceptando mutaciones, cambios y vaivenes. Respetando ante todo la libertad del otro. Y creo que es ahí donde la cagamos. Es difícil pilotear el ego y eso es lo paila del poliamor. Querer con capricho -porque decidir ser poliamor es experimentar e improvisar y caer en la cuenta de nuestras propias envidias y recelos-, querer con celos -porque sí sentimos celos pero hay que gestionarlos-, querer sin tiempo -porque para ser poliamor debes tener tiempo de calidad para invertir en el otro, escuchar, acompañar-, querer juzgando -porque nuestro ego nos pone un filtro para creer que hacemos todo mejor-, etc.

Este es el volumen 1, en el siguiente hablaré de mi relación actual, con todos los retos que ha supuesto y las lecciones de humildad que me ha dado.

Me despido diciendo que lo paila del poliamor es endiosarlo. Lo paila del poliamor es andar sin caer en la cuenta de que, al fin y al cabo, consumimos afectos, cuerpos, que también puede ser irresponsable, que puede ser incluso abusivo, caprichoso, poco realista con nuestro tiempo, con nuestra capacidad de dar lo mejor al otro. Pero Pilotear lo Paila del Poliamor es una constante reflexión, el esfuerzo (sin logica sacrificial) de seguir mejorando por y para el otro y por nosotros mismos, nuestra tranquilidad; la felicidad posible y realizable.

Bonita noche.

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