domingo, 9 de junio de 2019

PPP// Volumen 2




Bueno, en realidad esta entrada me cuesta mucho, pero ya estamos. En el Volumen 1 les hablé de mi irresponsabilidad afectiva, mi incapacidad de extender racional y emocionalmente una red de afecto hacia mis parejas y simplemente, en fines prácticos, ser infiel. Tiempo después, sangre, sudor y lágrimas, decidí que la siguiente oportunidad iba a ser mejor. Que no me embarcaría en una relación que no pudiera darme esa libertad de ser quién soy y no permitiría nunca más abusos hacia mi intimidad. Entonces me topé con alguien especial en el 2018. Bueno, nos volvimos a topar. A Miguel ya lo conocía tiempo atrás, dos años antes, cuando estudié Fotografía. De alguna u otra manera, en el 2016 me gustaba. Lo veía talentoso, tenía curiosidad por su vida y me parecía guapo, aunque nunca tratamos mucho más allá de saludos y comentarios breves en clases, y yo -enrollada como estaba en mi relación tóxica-, cuando él me invitó a salir, para  no terminar de ponerme la soga al cuello, le dije que era lesbiana. Ahí terminó todo intento de seguir conociéndonos, aunque seguía teniendo contacto conmigo durante esos 2 años que transcurrieron, hablándome de cuando en cuando, deseándome feliz cumpleaños, etc. La historia es bella. Volvimos a hablar en el 2018, yo vivía sola desde los 16, pero recién se habían mudado unas personas desagradables a quiénes arrendé habitaciones. Nos vimos. Él quería volver a vivir solo y yo le ofrecí una habitación. Vino con un sixpack de BBC roja, hablamos, charlamos y luego la confesión: Tú me gustabas, tú también, ¿No eras lesbiana?, No, bisexual. Pero lo dije como excusa. En fin, bebimos, charlamos, muchos besos y empezamos a salir. Todo fue increíblemente rápido. En un mes y medio ya vivíamos juntos como pareja, con nuestras naturales dudas de si iba a funcionar o no, y eso sí, con la insistente petición de ser poliamor (al menos por mi parte). Todo, uff, maravilloso. Vertiginoso pero asombrosamente bello. Compartir y vivir juntos sin dramas, con tranquilidad, mucho diálogo, muchos planes y mucha afinidad. Todo el tiempo le insistí en tener un acuerdo de relación abierta o poliamorosa, lo fui llenando de información, le iba explicando que me sentía más cómoda de esa manera y, aunque al principio admitía que era muy celoso, poco a poco fue trabajando en ello. Total. Igual. Estábamos iniciando la aventura y realmente yo no sentía deseos de estar con alguien más, por un breve momento creí que ya no era poligámica, que más bien eran vacíos que intentaba llenar de mis otras relaciones y en ésta, la actual, no había vacíos. Total. Igual. Pasó el tiempo y empecé a salir con personas, no me comprometía emocionalmente, no quería, a veces solo besos, no mucho sexo, cervezas, hablar de la vida y conocer otros mundos. Siempre hubo transparencia con Miguel. Le decía dónde estaba, con quién -no por necesitar reportarme, sino por hacer las cosas bien- y si me demoraba en llegar a casa. Tal vez nos hizo falta más diálogo al principio, él aparentaba estar bien con que yo saliera, y sin embargo, algo no terminaba de encajar. A veces lo veía muy bien y otras algo perturbado. Tratábamos el tema pero él solo me decía que había aceptado esa parte de mí y que estaba trabajando en los celos. Hablar con él era fácil, además siempre tocamos temas de psicoanálisis y emociones, traumas, hablábamos todo de manera muy racional y con argumentos le mostraba -y él me develaba a mí- nuestros micromachismos, actitudes inmaduras y demás. Todo duró más o menos unos 4 meses en un estado idílico. Hasta que en agosto, en mi cumpleaños, descubrimos mi embarazo. Esta parte de la historia tiene mucho que ver con la siguiente entrada, entonces no daré tantos detalles. Sufrí un aborto, pues mi embarazo era riesgoso por el DIU (sí, uno puede quedar en embarazo planificando) y después de allí la relación se complicó. Hormonalmente todo se descontroló en mí y bueno, las que han estado en embarazo alguna vez, entenderán que es horrible no controlar sus propias emociones. Yo lo empecé a odiar, no le dirigía la palabra y durante un breve tiempo, lo desterré. En fin, una época difícil. Yo no podía comer por el embarazo, adelgacé bastante y era aún más peligrosa la situación. Habíamos comprado unos tiquetes anticipados para ir a la playa y fuimos juntos para no perderlos: fue una experiencia agridulce. Decidimos seguir juntos, él volvió a casa y la relación se había recuperado. El amor que yo creí ver desaparecer por mis hormonas, bueno, seguía ahí. Sin embargo, en ese tiempo me compartí muy poco con otras personas, por lo delicado de la situación. Solo un gran amigo que me acompañó de múltiples maneras, Daniel, estaba presente en mi vida de una forma especial. En enero de este año, pasó algo que no esperaba. Mientras sanaba todas esas heridas y mi relación ya estaba más que estable, conocí a alguien. Conocerlo fue increíble, fue tener la seguridad de que antes ya habíamos compartido un espacio, me agradaba todo de él, su oficio de profe, sus andanzas en el mundo de la música (en especial los boleros y los cantos de ordeñe), ay, (suspiro). Supe que algo había pasado, pero no sentí necesidad de dejar a mi pareja. No me había desenamorado de Miguel, por el contrario, no podía tener más ganas de seguir con él porque era imposible, y aún con todo, Jonattan me había encantado. Entonces me armé de valentía y decidí hablarlo con Miguel. Antes de que sucediera algo, le dije que sospechaba que alguien en verdad en verdad en verdad me gustaba y esperé que lo entiendera. Esa charla fue muy emotiva. Miguel demostró toda su madurez y, aunque le dolió un poco, decidió continuar con el acuerdo y darme vía libre siempre. Yo empecé a verme con Jonattan (sin saber que terminaría siendo mi segunda pareja oficialmente).
La primera vez que me vi con Jonattan, descubrir su ser, sus inquietudes, sus detalles -la primera cita me llevó un libro de Alejandra Pizarnik- fue hermoso. Además, una de las anécdotas más graciosas: quedamos empeñados en el bar donde bebimos, pues una de nuestras tarjetas no funcionó y aunque insistimos en lavar platos, hacer aseo o algo, tuvimos que dejar nuestras cédulas y al día siguiente ir a pagar la deuda para recuperarlas. Obviamente lo tomamos como los adultos responsables que éramos y nos reímos como por dos horas continuas, incluso haciamos bromas con la administradora del lugar. Pagamos un uber hasta Soacha donde él vive -único defecto- y pagamos con su colección de monedas y unos dólares. Desde ahí ya la cosa era diferente. Fue tanto cariño, tanta diversión y, además, una escritora y un filósofo, topándose en diferentes etapas de su vida (yo veinti pocos, el treinta y pico) que me cautivó. Seguimos viéndonos, él con sus detalles inusuales, cumpliendo caprichos y expectativas, y una fiebre que acrecentaba por vernos, necesitarnos cada vez más horas a la semana. La cosa después de un mes ya iba siendo insostenible. De Soacha a mi casa (más cerca de La Vega que de Bogotá), era una gran distancia. Nuestros trabajos estaban configurados para no salir de nuestra localidad (él profe en Soacha y yo promotora de lectura en Engativá), yo me quedaba uno o dos días a  la semana en su casa, impulsada por el deseo de compartir con él -y, claro, teniendo presente que eso iba creando pequeños orificios en mi relación con Miguel-. La cosa avanzaba, el compromiso con Jonattan se hizo formal y en parte Miguel me hacía saber que no se sentía del todo cómodo, sin embargo, lo aceptaba por el cariño que me sentía y yo -hipnotizada como estaba- continué en mi fiebre por mi segunda pareja.
A esto voy con que se cometen errores también en el poliamor. Que no se tiene siempre la inteligencia emocional que requiere el momento, que mi relación pasando por lo que pasó (el aborto) tal vez no estaba tan preparada para el nuevo reto. No es solo cuestión de respetar las libertades del otro, aunque claro, es la razón principal, pero se trata de saber qué retos pueden afrontar juntos, qué experiencia está preparado para recibir el otro -con su bagaje emocional- y cómo hacerlo responsablemente. Admito que fue difícil gestionar, estar tan enamorada de dos personas al mismo tiempo y que, tal vez, en pro de ser transparente, muchas veces herí a mi pareja principal, a un hombre que apenas estaba cuestionándose su rol y las posibilidades en un modelo relacional diferente a la monogamia, un hombre también criado por personas machistas y religiosas, y bueno, yo lo ignoré. Tampoco toda el agua sucia es para mí. No me culpo. Fue lo que pudimos hacer con las herramientas que tuvimos en el momento. Pudo ser mejor o peor, pero sucedió así. Al final con Jonattan decidimos terminar nuestra relación, dejar de salir y eso también fue doloroso. Nadie nos obligó, sin embargo, viendo las posibilidades, creí -creímos- que sería lo mejor. Él continuó con su otra pareja -Camila- y yo con Miguel, tratando de dialogar cada vez más. Aunque después me vine a enterar que el daño ya estaba hecho y por dolor y otras cosas varias, Miguel había empezado a salir con alguien más.

En fin. Las relaciones interpersonales son un lío inmenso. Son complejas, son de paciencia, diálogo, respeto por los acuerdos y ponerse en el lugar del otro. Lo peor que puede pasar en una relación no es que ella o él decidan estar con alguien más o se sientan atraídos física o emocionalmente por alguien. No. Lo peor que puede pasar es no ser efectivos en la comunicación, no entender que se es humano y que la  libertad personal va por encima de todo -eso sí, sin hacerlo para lastimar a otro o por rencor- y que gestionar todas esas emociones a las que nos exponemos día a día, y hacerlo JUNTOS -si se tiene convicción de permanecer juntos-, es y siempre será lo mejor. Una verdadera relación se construye bloque a bloque, no para hacer un muro, sino más bien un puente: para cruzarlo juntos si se quiere o para poder volver solo si ya no hay fuerza para seguir andando acompañado.

Espero les guste. Oído, comprensión y acciones para el otro. Intentar y resolver y, si lo último no es posible, despedirse, agradecer y continuar.

: Gracias a estos dos hermosos seres humanos por hacer parte de mi vida, un girasol y un beso.








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