lunes, 24 de junio de 2019

Semillita de fe Mostaza

Le debo mi vida a esta perra. Mis mejores días han transcurrido desde que llegó un 7 de velitas a mi vida. Los que me conocen saben de mi devoción por Mostaza. Saben lo mucho que batallé desde que la encontré cuando trabajaba en Engativá Pueblo y era una cachorrita de un mes o menos, a quién abandonaron con una pañoleta por una hernia umbilical. No sé cómo pero ella me eligió. Yo salía tarde de la P y fui al CAI a firmar mis horas de trabajo como siempre cuando los policías notaron que una cachorrita me seguía. Me preguntaron ¿Es suya? y yo volteé sin saber de qué me hablaban. Mírela, tan bonita, ¿es  suya? La viene persiguiendo desde la Plaza. Cuando volví la mirada me encontré con una cosita hermosa, una ratita chiquita de la que colgaba una pañoleta rosa. Empecé a buscar a quién se le  había perdido pues se notaba la raza y el pelo estaba brillante -además que el hecho de tener pañoleta indicaba algo- y me quedé en la plaza un buen rato hasta que anocheció sin dar con su dueño. En un momento -algo desilusionada- me senté en las escalinatas y ella saltó sobre mis piernas, se acurrucó, se hizo bolita y se durmió. ¡Se durmió! ¿Ah?, qué descaro, qué ternura, qué perra tan preciosa. Yo ya sospechaba que la iba a llevar a casa, pero me resistí durante un tiempo -por esa época mi mamá había vuelto de La Vega, había llegado a vivir de nuevo en mi apartamento y era asmática-, hasta que la vi ahí sobre mis piernas y comencé a acariciarla y descubrí el bultico en su barriga. Era una hernia umbilical bastante pronunciada, una aglomeración de grasa que le daba sentido al porqué una perrita de raza y tan hermosa estaba abandonada en pleno diciembre. 
En fin, pasadas más de dos horas, los policías me daban frases como Eso es que es su regalo de navidad. ¿Si ve?, Se la mandaron con moño y todo, Llévesela y verá cómo esos animalitos son de agradecidos. Y me la llevé. Fue una travesía andar con ella en la bici, además de que me pinché y a fin de cuentas tuve que pagar un bus expreso para mi casa -no hay rutas directas desde Engativá Pueblo hasta Ciudadela, a pesar de ser relativamente cerca- y bueno, compré concentrado. Lo difícil aun no empezaba. Presentársela a mi mamá era lo difícil. Conseguí una cobijita y en una camita de cartón la acomodé, en todo el camino no orinó y cuando llegué le puse periódico y en seguida hizo. Era tan educada. Yo ya la amaba. Mi mamá la vio y le dio tanta ternura que no pudo protestar. Se preocupó por su hernia y me recomendó buscarle un hogar. Yo emprendí la tarea falsamente y me la quedé. El nombre lo decidí casi que el primer día, por su color y por esa canción bíblica que habla de tener fe como un granito de Mostaza: yo no creo en dios pero los animales me dan la certeza del bien y la bondad. Mi semillita me dio fe desde ese 7 de velitas del 2016 y desde entonces nunca he dudado de su luz. 
A los cuatro meses, después de llevarla al veterinario entre vacunas y controles, me dijeron que ya la podía operar. En abril del 2017, el mismo día, la operaron de la hernia y la esterilizaron. Mi perrita no iba a sufrir por tener perritos y su hernia no crecería con ella ni comprometería ningun órgano. Me costó un buen dinero, pero mi perra valía todo. Me acompañaba a diario a la P, los usuarios la conocían y le llevaban regalos y siempre estaba conmigo. Mi mamá decía no quererla, pero le alistaba comida, se alegraba con algun gesto y le dejaba encendido el televisor cuando se quedaba sola en casa. El día en que reafirmé su amor por la semillita fue cuando enfermó. La cara de Mostazs estaba hinchada, las orejas triplicaron su tamaño y estaba roja rojísima, se rascaba mucho las orejas y los ojitos casi no se veían. Parecía un sharpey. Mi mamá se puso a llorar en seguida la vio y me prestó el dinero para llevarla de urgencias. Le aplicaron una inyección y dieron de diagnóstico un posible piquete de abeja. Luego eso derivó en una otitis y estuvo muy mal. Lloré muchísimo y mi mamá creo que más que yo. Luego Mos se recuperó y desde entonces siempre ha estado sana. Adoptarla me salvó y me sigue salvando de suicidarme tan pronto y me ha enseñado del amor más incondicional y hermoso que existe. Mis relaciones amorosas son un pasatiempo comparado con la contundencia del vínculo entre la Semillita y yo.

Adopten y amen a los animales. No se los traguen. 

P. D Las fotos de esta entrada corresponden al 2016 (izq) y 2018 (der), cuando se ponía en la ventana y me exigía sacarla - comprobando que ella era mi ama y no al revés-.

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